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  • Foto del escritorRicardo Morales

¿Es posible cuantificar correctamente el impacto ambiental en la producción de alimentos?

Actualizado: 21 dic 2018

Durante muchos años, la métrica del impacto ambiental de la producción de alimentos consideró únicamente indicadores directos, como volúmenes de las extracciones de agua, tipo de uso de suelo, superficies de las explotaciones agrícolas o pecuarias y emisiones de carbono. En algunos casos, se incluía el tipo y cantidad de fertilizantes y plaguicidas utilizados o el uso de energía.

Todo esto, siendo reportado en periodos asimétricos y de manera heterogénea en cada país, complicando su análisis y perspectiva. Una síntesis de lo que ha significado puede verse en FAOSTAT.

 

La realidad es que esa métrica fue un buen inicio, pero probó tener un alcance limitado, siendo simplista: consideraba únicamente el aparente impacto a algunos procesos específicos y a una porción de la cadena de suministro, centrándose en ámbitos muy específicos y dejando de lado algunas llamadas externalidades, que en realidad eran consecuencia directa, implícita y específica de la producción de alimentos.


Esto trajo como consecuencia que, consciente o inconscientemente, el uso y aprovechamiento de recursos por parte del sector primario, durante muchos años, pasara prácticamente desapercibido o su impacto fuera minimizado. Acuíferos depletados, suelos degradados y emisiones desproporcionadas son solo algunas de las consecuencias.


La producción de alimentos es el principal usuario de agua dulce en el mundo, el principal uso productivo del suelo, el principal motivo de cambio de uso de suelo y, en múltiples regiones, la principal amenaza para la conservación, seguridad hídrica, un importante generador de emisiones, la más relevante causa de degradación de suelos, no olvidando que, también, en múltiples regiones es la principal fuente de ingresos y generador de empleo, así como la más importante vía de acceso a la seguridad y soberanía alimentaria.


Consenso: necesitamos indicadores más sofisticados para desarrollar estrategias hacia la sostenibilidad en la producción de alimentos.


El avance en el conocimiento sobre el alto impacto de la producción de alimentos en el medio ambiente, de la mano de avances tecnológicos y el desarrollo de distintas metodologías para medir impactos en distintos ámbitos (suelos, carbono, biodiversidad, servicios ecosistémicos, agua, entre otros) demandan actualmente una métrica más precisa e integral del impacto del sector primario sobre cada uno de estos aspectos. Indispensable para conocer la sostenibilidad de cada sistema de producción.

Esto significa considerar más allá de los insumos de manera simple, tomar en cuenta toda la cadena de producción y considerar diversos aspectos, con un enfoque amplio.


Dos ejemplos claros son los conceptos de carbono equivalente y agua virtual (que forman parte de los sistemas de indicadores de la #HuellaDeCarbono y la #HuellaHídrica), aplicados a una taza de café:


Gracias a lo anterior, la métrica ha evolucionado a indicadores más sofisticados: conceptos como análisis ciclo de vida, #huellaecológica, #huellahídrica, la identificación y valoración de servicios ecosistémicos, índices de biodiversidad, entre otros, son cada vez más utilizados y aceptados.

Huella hídrica de los alimentos. © AgroDer

El reto: desarrollar sistemas de indicadores del impacto real, para crear esquemas de monitoreo y mecanismos de mejora, y así establecer estrategias (proyectos, programas, planes, políticas) que permitan tomar acciones con el objetivo de lograr una mayor eficiencia en la producción primaria con un menor impacto en el entorno natural. De este modo podremos acercarnos a la producción sostenible de alimentos.


¿Cuáles fuentes de información y qué metodologías debemos considerar?


La disponibilidad y acceso a información son una limitante inicial: recopilar datos que pudiesen ser medibles de manera ecuménica, simple y aplicable, en periodos homogéneos con variables simétricas son insumos indispensables para este fin.

A la par, la existencia de distintas metodologías para una misma temática, que cuentan con apoyo de distintos sectores, complican la aceptación de una sola de ellas como referente o estándar.

Actualmente, existen distintas iniciativas a nivel mundial que han desarrollado metodologías, sistemas de indicadores, esquemas de monitoreo, estrategias de conservación o uso eficiente, o bien, compromisos sectoriales internacionales multinivel. En ellas, varias de estas discusiones se encuentran avanzadas con colaboración de expertos: existen fuentes de datos y metodologías que, sin ser infalibles, tienen niveles aceptables de confiabilidad y consenso entre la gente más experimentada. Son estos los nichos naturales para encontrar los referentes.

Por nombrar algunos ejemplos, están la Alianza Mundial por el Suelo (Global Soil Partnership), la Alianza sobre evaluación ambiental y desempeño ecológico de FAO (LEAP), La Alianza Mundial sobre Servicios Ecosistémicos (Ecosistem Services Partnership), Alianza por los Bosques (Partnership for Forests), Alianza por las Montañas (Mountain Partnership), Alliance for Water Stewardship, y la Alianza para la investigación de la Huella Hídrica (Water Footprint Research Alliance, anteriormente Water Footprint Network).


Existiendo opciones y alternativas, ¿Cómo ponerse de acuerdo sobre cuál utilizar?

He conocido de cerca el funcionamiento de varias de estas iniciativas, en algunos casos por aproximación, en otros formando parte de sus comités y grupos de trabajo, teniendo oportunidad de experimentar de primera mano el arduo esfuerzo que ha implicado crear sistemas de indicadores y metodologías sólidas, que sean confiables y aplicables.

En todos ellos, el trabajo con equipos multidisciplinarios de varias regiones del planeta es una constante que permite abordar temática compleja desde diferentes ciencias, ópticas, puntos de vista y áreas de análisis: se toma en cuenta la experiencia de científicos, académicos, productores y campesinos, consultores, extensionistas, funcionarios, empresarios, y representantes de la sociedad civil, que trabajan en distintas escalas con diferentes sistemas de producción.

El caso de LEAP

Uno de esos casos, que conozco de cerca (ya que formo parte de un TAG), es LEAP, de FAO, que tiene como objetivo el establecimiento de indicadores de referencia ambiental en cadenas productivas (benchmarking). Es, hasta ahora, el mayor esfuerzo coordinado a nivel mundial por establecer una métrica homologada para dimensionar el impacto ambiental de la producción de alimentos.


Sesión de trabajo del TAG de agua, LEAP. En las oficinas centrales de FAO, Roma, 2016.

LEAP crea grupos de asesoría técnica (Technical Advisory Group, TAG), convocando expertos a nivel mundial en diversas disciplinas, para abordar temática específica. y desarrollar estos indicadores de referencia, buscando consensos (y, en su defecto, acuerdos o consentimientos) para homologar la métrica y metodología por tema de análisis (#agua, #suelos, #biodiversidad, #carbono, #CicloDeNutrientes, #ServiciosEcosistémicos, entre otros). Se trata de contar con lineamientos para cada tema de análisis, y poder utilizarlos todos en un mismo sistema de producción, logrando una métrica integral que nos aproxime al impacto real y absoluto, considerándolos todos.

Cada uno de estos TAG, con aproximadamente 30 expertos internacionales en distintas disciplinas, realiza un trabajo coordinado, con diálogo y discusiones sanas (que en algunos casos se extiende por más de dos años, con reuniones presenciales y remotas), basando la discusión en fundamento científico, aplicabilidad y análisis colaborativo, en donde se ponderan distintas alternativas metodológícas. .

Visita de campo con los TAG de nutrientes y agua, Kigali, Ruanda, Noviembre de 2016.

Como resultado de estos trabajos, se establecen lineamientos (guidelines) por tema.

Estos lineamientos pretenden establecer estándares, con una métrica mucho más sólida, metodologías robustas, en donde se pone a prueba la aplicabilidad en distintos sistemas productivos y latitudes, basado en la experiencia de estos grupos de expertos.

Una vez creados los lineamientos, estos cuentan con la revisión y respaldo -pudiendo ser a nivel acuerdo, consenso, o consentimiento- del propio TAG, incorporando también la visión de expertos externos, convocados por FAO.


Sesion plenaria con los TAG de nutrientes y Agua, en las oficinas centrales de FAO en Roma. Julio de 2016.

Estos lineamientos, previo a su publicación, son sometidos a revisión pública, dando oportunidad a expertos e interesados que no forman parte el TAG para conocerlos y opinar sobre ellos, con la posibilidad de proponer cambios.

Una vez superado el periodo de revisión pública, estos lineamientos se publican y difunden. El objetivo final es que, una vez publicados, sean adoptados por los distintos organismos sectoriales rectores o de estadística institucional en cada región o país, homologando métrica y metodologías, para nutrir estrategias hacia el desarrollo de sistemas sostenibles en la producción de alimentos.


Considerando que esto es un trabajo que progresa y evoluciona constantemente, la publicación de lineamientos debe detonar un proceso de adopción y apropiación por los distintos sectores involucrados, acompañados por el desarrollo de capacidades para el correcto levantamiento y aplicación de las mismas, tras el cual podremos contar con metodologías e indicadores homogeneizados.


¿Qué significa esto?

Lo que sucede en LEAP es únicamente un ejemplo de los esfuerzos que se realizan por orientar la producción de alimentos hacia la sostenibilidad, homologando su cuantificación de impactos.


Existen muchos retos pendientes. Diversas instituciones, alianzas y grupos trabajan en estos mismos procesos a diferentes escalas.

Sin embargo, el liderazgo de #FAO, a través de #LEAP, debe fungir como un catalizador para que el sector primario en su conjunto adopte metodologías homologadas con sistemas de indicadores para cuantificar el impacto ambiental de la producción de alimentos: si, es posible ponernos de acuerdo en la manera de cuantificar el impacto para, posteriormente, desarrollar estrategias que nos permitan producir alimentos sosteniblemente.



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Nota: Actualmente, LEAP tiene en revisión pública dos documentos, con lineamientos para cuantificar el #carbono en #suelos y uso de #agua en la producción #pecuaria (del que soy orgulloso coautor, junto con un grupo de 30 científicos y expertos).


Esta revisión pública concluye el 22 de agosto de 2018.

En este enlace puedes conocer más detalles sobre esta revisión pública.

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